miércoles, 19 de abril de 2017

Tareas de la semana del 24 al 28 de abril

24 de abril
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25 de abril
Impresión de autobiografía:
Eugenia
Extrovertida a veces, introvertida casi siempre. Ella, Eugenia la chica de mirada incierta, algunos dicen que triste otros más, decían que si eras capaz de verla a los ojos por algunos segundos podían ver la inmensidad del universo.
Callada en ocasiones, cuando algo le molestaba sólo movía la cabeza de un lado a otro, no sólo desaprobando la situación, sino era como una manera de sacudir sus ideas y empatarlas con el alma.
Poca gente llegó a conocerla, cuando la veías por fuera, ella era lo más paciente que pudieras haber visto, comentaba cuando en realidad sentía esos deseos por hablar, una pequeña mueca se dibujaba en su rostro cuando estaba de acuerdo con la opinión.
Su paciencia frente a los demás se convirtió en una tremenda impaciencia para consigo misma, deseaba siempre que todo le saliera bien, se esforzaba por hacerlo más que bien , a veces le resultaba, otras más, sólo salía.
La gente que la conocía, sabía que ella desde hace muchos años comenzó con una revolución interna, tanto de sentimientos, como de existencia. Nadie podía definir en realidad la carga que llevaba esa revolución sólo sabían que tenía la necesidad de encontrar la congruencia en sus actos así como en su ser.
Su lucha día a día no era tan cotidiana como las de los demás, no peleaba por levantarse temprano para ir a trabajar, no se quejaba del quehacer del día a día, ella, se quejaba de la incongruencia de su humanidad.
Recordaba como de pequeña le fastidiaba que su madre pasara horas frente al espejo poniéndose miles de cremas para cuidar su piel. Le hostigaba llegar tarde a cualquier reunión, señalaba la injusticia y la desesperación, quería comerse de un bocado la indecisión.
Una noche Eugenia antes de dormir, se observó fijamente al espejo por largos minutos, recorrió cada parte de su cuerpo, cada cicatriz, cada peca, cada maraña de su cabello, cada iris que formaba sus ojos marrones, cada pulso de su ser. Se dio cuenta que muchas cosas de las que ella reprobaba las llevaba impregnadas en su tez.
Ahora, era ella quien se cuidaba la piel, tanto como lo hacía su madre. Quien a veces por cuestiones ajenas o no, llegaba tarde, quien ya no sólo señalaba las injusticias sino que también las cometía, ya no sólo veía la desesperación sino que toda ella era desesperación, que hacía tanto tiempo que no tomaba decisiones que sólo fuera para ella, es decir que implicaran un verdadero cambio en su existencia.
Eugenia, esa es Eugenia, aquella que hasta hoy sigue observándose en el espejo y en su revolución de día a día. Sigue trazando caminos para poder encontrar la congruencia en la incongruencia del mundo y de la existencia.
Sigue llegando tarde, por su culpa o no sigue haciéndolo, no sólo observando injusticias pelea por no hacerlo, trata de despellejarse la desesperación aunque casi siempre fracasa, sigue arañando su indecisión porque al final del camino a veces encuentra una pequeña vocecilla que le grita: ¡Eugenia! ¡Eugenia! La revolución es el cambio inmediato del ser gracias a las circunstancias que así lo ameriten, la revolución es algo profundo que se vive día a día, no se piensa. Se percibe en todo tu ser con  súbitos y estruendosas  rupturas, no existe el orden. La revolución afecta estructuras, deja que te envuelva deja que te violente que viva de ti, deja que tu orden sea un verdadero caos.

A Eugenia, esa vocecilla le taladraba el alma sabía que tenía que dejarse abrazar por todas sus circunstancias y dejarse confiar en los brazos del tiempo y porqué no, del dolor.

26 de abril
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27 de abril
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28 de abril

Libro de ortografía

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